Mija, la engreída lagartija

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Mija, era una bonita lagartija,
pero un poquito pija.
Su bolso lujoso lucía orgullosa,
¡ninguna de sus amigas era tan hermosa!.
Caminaba a dos patitas sin poder,
si quería presumir, era su deber.
Tomaba el sol sin precaución:
era su única obsesión.
Todo su grupo del peligro la advertía,
pero Mija de ellos se reía.
Su amigo Tijo, un lagartijo canijo,
enamorado de ella estaba,
pero nunca le había dicho nada,
aunque Mija ya lo sabía.
Si a duras penas Tijo su comida conseguía
trabajando duramente cada día,
¿Qué iba a poderle dar
a la reina del lugar?.
Mija del sol disfrutaba un caluroso día,
en compañía de su fabulosa y espléndida tía.
Al reconfortante calor
del increíble sol cegador,
Mija la lagartija, dormidita se quedó,
y su irresponsable tía ni cuenta se dio
cuando a su casa a mediodía se marchó.
Por ventura, el lagartijo Tijo por allí pasó
y a su amiga zarandeó hasta que la despertó:
de una muerte segura la salvó.
Mija, la lagartija, muy agradecida,
abrazó a su amigo rendida,
y lloró su error arrepentida,
pues ahora sabía que era su vida
lo más bello que poseía,
y que con quien mejor la compartiría
sería con su amigo Tijo, el lagartijo canijo.