Martina, la linda parlanchina

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Martina era una cotorrita muy parlanchina:
todos querían con ella estar
para un rato agradable pasar;
su imaginación dejaba volar
¡ella era muy singular!
por eso muchos amigos tenía
con los que siempre salía;
también con mamá muchos momentos compartía
y ésta le enseñaba todo lo que ella sabía
juntas felices estaban, una de otra cuidaban;
los domingos en inventar manualidades se entretenían
que bien o mal les salían pero mucho se divertían.
Martina tenía mucha habilidad y creatividad.
A veces con mamá más tiempo quería pasar
pero sabía que ella debía trabajar;
cuando a casa llegaba cansada
la buena Martina siempre la ayudaba.
Ambas tenían muy buena relación
basada en el amor y la comprensión,
de todo abiertamente hablaban,
sin problemas se comunicaban
pues se respetaban y admiraban …
aunque a veces Martina, como buena adolescente,
quería hacer todo lo que le pasaba por la mente
y entonces era un poquito desobediente.
Los consejos de mamá escuchaba
sin embargo seguirlos, más le costaba …
Un día quedó con sus amigas para pasear,
siempre iban al mismo lugar;
pero las cotorritas sus planes cambiaron
y a sus mamás no avisaron:
ya muy mayores todas se creían
para decir continuamente dónde iban;
como ya tenían cierta edad
querían disfrutar de su libertad.
Así es que al cine esa tarde de invierno se fueron
y a nadie del cambio de planes advirtieron.
Mamá ir al cine sin ella no la dejaba
pero si no se enteraba y nadie la delataba…
la película vería y nada ocurriría.
Sin embargo, la “peli” más tarde de lo previsto empezó
y ya era de noche cuando Martina de allí salió.
Como su mamá no sabía dónde estaba
hacía horas que la esperaba y buscaba;
como es natural, lo peor pensaba…
desesperada a su casa llegó
y en ese instante Martina apareció,
a los brazos de mamá Coti la pequeña se tiró
pues una mezcla de miedo y enfado en su cara vio,
pero ésta del abrazo se separó
y con razón a su hija regañó.
No tenía ningún derecho
a hacer lo que había hecho
ni a dejar que se preocupase
y que por todas partes la buscase,
nada le hubiera costado avisar
de que en otro sitio iba a estar
¡tanto que siempre hablaba
y lo importante se lo callaba!
por supuesto ella ir al cine la hubiera dejado
pero debería haberle preguntado,
hizo muy mal en no haberla avisado.
Ahora con justa razón pero con dolor de corazón,
la castigaría y con sus amigas en unos días no saldría.
Martina solo lloraba y a su mamá abrazaba:
también ella miedo había pasado
nunca tan tarde había regresado,
el castigo comprendía, sabía que lo merecía;
le prometió que nunca lo volvería a hacer
le aseguró que nada debía temer;
cada día le diría dónde y con quien estaría,
aunque sus amigas no lo hiciesen
y una pequeñaja la creyesen,
pero no la volvería a preocupar
por intentar a los demás agradar;
su confianza otra vez tendría
pues sus planes siempre sabría,
hasta que mayor de edad no fuera
debía cumplir lo que mamá dijera.

 

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