El calabacín miedosín

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Basa, la señora calabaza
estaba hecha una madraza.
En el cole de su hijito, Calabacín,
que era algo miedosín,
una fiesta de disfraces iban celebrar,
los mejores trajes querían premiar;
mamá creía que Cal no debería asistir
pues después, con su miedo debería convivir,
pero calabacín insistía en asistir
y como sus amigos disfrazado ir.
Finalmente, mamá calabaza
pensó que era mejor no meter baza,
y dejarlo en la fiesta participar,
aunque luego sus miedos tuviera que aguantar.
El dia de la fiesta llegó
y Cal, el calabacín miedosin,
como un fantasma se disfrazó:
con una gran sábana se cubrió,
a la que una horrible cara pintó
y que «de miedo» le quedó.
Muy bien se lo pasaba,
¡hasta con los zombis bailaba!
Cal a ellos ya se había acostumbrado:
el espectro más horroroso,
o el monstruo más espantoso,
podían pasar por su lado
que lo mismo le daba:
¡su miedo superado estaba!
todo era producto de su fantasía,
ningún monstruo existía…
Cuando la fiesta acabó,
ya era de madrugada,
con su papá Bacín y unos amigos,
canturreando abrazados y divertidos,
a casa Cal regresaba;
un presidiario al paso les salió
y con una pistola les apuntó,
tenían que darle todo su dinero
y si no lo hacían y se resistían,
a papá Bacín mataría el primero.
Cal en absoluto lo creyó,
que de la fiesta vendría pensó
y «el juego» alegremente le siguió:
su sábana se quitó,
como si fuera un látigo la esgrimió
y al bromista la pistola arrebató
ésta al suelo cayó y se disparó…