¿Quieres que te cuente un cuento recuento?
¡Hola! Me llamo Camel Mobi,
soy un camello del desierto del Gobi.
Hace poco me encontré al «jorobao»,
mi amigo cuyo nombre le va que ni «pintao»;
paseando por los puestecillos
del enorme mercadillo,
el «jorobao» al vuelo cogió,
el puñado de acelgas que le apeteció.
Salió disparado corriendo,
del dueño de la parada huyendo,
yo como un bobo lo seguía,
como buenamente podía;
esquinazo por fin le dimos
y en el bar Casanegra nos metimos;
en ese tugurio lo mismo podías
(según los días)
ver a una desganada bailarina danzar,
o a un mal artista cantar
y en toda regla destrozar,
alguna buena canción,
como en esta ocasión.
Mientras su Maybini bebía,
el «joro» me explicó que el otro día,
llevó a un grupo de turistas
a observar las preciosas vistas:
un médico algo despistado,
con cabellos de inventor chiflado,
que más bien un espía parecía,
pues larga gabardina vestía
y grandes gafas oscuras lucía;
solo que era doctor lo delataba,
el maletín sanitario que llevaba;
un matrimonio de lo más peculiar,
para con las rarezas continuar:
él esmirriado y asustadizo,
ella vestida como si fuera a un bautizo
quizás por empatizar con el marido
o solo por ser mala y cruel,
una serpiente de cascabel
en el tobillo a la mujer había mordido.
Ésta repartía bolsazos
y también algunos codazos,
entre la enfadada serpiente
y el pobre e iluso marido
que humildemente,
a ayudarla se había acercado,
aún a riesgo de ser maltratado;
de pronto los dejó de golpear,
lo que no fue de extrañar
porque el veneno de Maribel,
la serpiente cascabel,
la acababa de matar.
El médico a modo de prevención,
les obligó a ponerse una inyección:
de protección les serviría,
si cualquier bicho les mordía;
todos caso le hicieron,
la inyección se pusieron
pero en el hotel murieron.
Justo cuando el «joro» su relato acabó,
hacía nosotros un hombre se dirigió:
pelo alborotado,aspecto alocado,
larga gabardina, gafas oscuras…
¡no cabía la menor duda!
Hacia nuestra mesa se acercaba,
un cuchillo enorme llevaba,
mi amigo de espaldas estaba
y como no se dio cuenta de nada
de la joroba lo agarré,
y del loco lo aparté,
éste sobre la mesa cayó
y en la madera el cuchillo clavó…
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