Pilar, la tigresa más peculiar

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La princesa de nuestra historia, encuentra en su profesión la manera de ayudar a los demás

La hermosa Pilar, era una tigresa muy singular;
hija de Arat, la bella reina de Bengala,
(de lo que Pili siempre hacía gala),
la sigilosa pecosa de alegría contagiosa,
era además, como mamá, muy bondadosa;
a todos los seres vivos siempre ayudaban,
contra las injusticias ambas luchaban;
la indómita y aguerrida Pilar claro tenía,
que su futuro sentada en un trono nunca estaría…
Con sus papás una excelente relación tenía,
de cada uno de ellos algo bueno aprendía,
pues era despierta, resuelta e inteligente,
y todo lo que se le pasaba por la mente,
la pequeña conseguía, pues a nada ni a nadie temía.
Papá le enseñó en su barco a navegar,
así como a estupendamente nadar y bucear;
en los duros inviernos se distraían en la nieve esquiando,
o en el hielo hecho en los ríos, alegremente patinando;
pero lo que más le gustaba y lo que mejor se le daba,
era pasar el rato con mamá bailando
y podía estar toda la noche «el esqueleto meneando».
Las letras de sus canciones favoritas se sabía,
aunque fuera en otro idioma, ella se defendía
y correctamente el compás seguía…
Mamá siempre la llevaba muy conjuntada,
parecía una modelito con la ropa recién planchada;
con sus cosméticos jugaba a disfrazarse y maquillarse,
las cremas, pintauñas y buenos perfumes,
eran la ruina de la reina a final de mes,
pues la princesita de su tocador se los cogía
y con derroche y generosidad se los ponía;
con estos antecedentes no era de extrañar,
que más de una travesura, Pili pudiera protagonizar:
un día en que mamá su relajante baño le preparó,
una increíble y gran idea se le ocurrió…

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