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Historia basada en un hecho real

En Marchena un soleado día nacía
un podenquito que a un refugio iría;
en “Rufopato” cuatro años de su vida pasó,
circunstancia que su carácter marcó,
allí como Tronchi se le conocería.
Las interminables jornadas pasaban,
mucha gente a visitarlos se acercaba,
a otros compañeros adoptaban
aunque a Tronchi nunca el turno le tocaba,
la suerte de su lado no estaba
¿Por qué nadie en él reparaba?
El podenco no tardaría en descubrir este misterio
pues una milagrosa tarde después del refrigerio,
un cuidador lo vino a buscar
y le dijo que por carretera iban a viajar:
una tienda de Barcelona en él se había fijado,
en cierta manera lo habían adoptado
pero «Pataners»no era un establecimiento cualquiera:
querían que con ellos estuviera,
para que más oportunidades tuviera
de que mucha gente lo viera
y un hogar adecuado consiguiera;
eso era lo que todos los animalitos merecían,
y algunos, a través de ellos conseguían
que una buena familia los adoptara
y una nueva vida les regalara.
Un día, por allí aparecieron dos seres humanos,
Mireia y Xavi se llamaban,
en hacerse voluntarios se interesaban,
al equipo de «Pataners» querían echar una mano;
estos las instalaciones les enseñaron
y los jóvenes, en un peludete sus ojos posaron,
el día anterior acababa de llegar.
Le hablaron, lo acariciaron y lo mimaron,
por las inmediaciones lo pasearon…
Para estar con Tronchi venían cuando podían
y en tan solo unos días, de él se enamoraron.
Mireia a «Pataners» ya conocía,
por las redes sociales los seguía,
a Xavi le comentó que podrían hacerles una visita, 
quizá les llevarían algún juguete o una pelotita;
su intención era a los perritos pasear
y durante un ratito poderlos cuidar,
solo pretendían convertirse en voluntarios,
para ser con este gesto algo más solidarios
pero la mirada del podenquito los conquistaba,
cada vez con más entusiasmo los esperaba
y ellos más tristes se marchaban,
a su casa hablando de él regresaban.
Así es que un buen día de los que lo vinieron a pasear…

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