María siempre protestaba por tener que desayunar.
Un día, al salir de casa, se sorprendió: ¡ la calle estaba repleta de dulces!.
-¡Ahí está la niña que nos odia!- oyó decir a un enfadado melindro.
Todos avanzaron hacia ella, la rodearon, María los apartó como pudo y empezó a correr.
Una galleta adolescente le tiró sus granitos de chocolate.
La galleta rellena apretó pecho y espalda, su frambuesa se desparramó, sus patas largas recorrió y hasta María llegó, quien se resbaló y se calló. Todos rieron a carcajadas, incluso María, que chocó su vaso de leche con ellas, antes de despertar.
