( Cuento especial para Chloe, Silvia y su bonita familia)
Es cosa seria, que nadie se ría,
este año Chloe dejará la guardería.
Noelia y Dani, sus papás queridos,
observan felices cómo su
pequeña ha crecido;
en el cole la han matriculado,
de eso ya le han hablado,
y una responsabilidad le han dado:
tendrá que estudiar y aprender,
para una buena formación tener.
Pero próxima estaba la navidad,
y la pequeña Chloe en realidad,
en lo único que quería pensar,
era en lo bien que se lo iba a pasar.
A veces, sus abuelas Silvia y Joanna,
la recogían de buena mañana
y si sus obligaciones se lo permitían,
un buen rato compartían.
Este año, en primavera,
(casi se enteró la primera)
Silvia el sí quiero daría,
pues en matrimonio se uniría,
al gran amor que descubrió un día
y que sus vidas cambiaría.
A Silvia le hacía especial ilusión
y se supo buscar un rincón,
para que una tarde su hija y su nieta,
ya tan elegante, bonita y pizpireta,
la acompañasen y aconsejasen
para realizar la perfecta elección,
del vestido nupcial en cuestión.
Ese día además coincidía,
que la cabalgata de barrio,
(y esto no pasa a diario)
por su calle pasaría.
Los Reyes Magos a los niños saludarían
y que fuesen buenos les recordarían,
caramelos a puñados les tirarían,
mientras, si suerte tenían
y acercarse a ellos podían,
a los pajes reales las cartas les entregarían.
Sus tíos, el guapo Alex, Laura y Gisela,
que ya eran dos lindas «damiselas»,
con ellas se reunirían
y juntos la cabalgata verían.
Pero Silvia muchos vestidos probaba
y Noelia pocos aprobaba,
Chloe nerviosa ya estaba
y quieta no paraba,
mamá le doy una bolsa de caramelitos,
eran de aquellos que le gustaban, de los blanditos.
Por fin Silvia se decidió, y Noelia corroboró:
el vestido perfecto escogió,
¡no había ni retoques que hacer
el vestido estaba listo para poner!
la novia más guapa sería,
¡nunca olvidaría ese día!
Chloe empezó a saltar emocionada,
su espera ya se acababa,
en su ilusión desenfrenada
yendo con la cabeza agachada,
ni cuenta la pobre se dio
de que Silvia por su lado pasaba,
la pequeña al vestido se agarró
y de este modo, caerse al suelo evitó.
Silvia un susto se llevó
pero no se percató
de que Chloe el vestido manchó,
pues las manos pringadas tenía
del buen caramelo que comía.
Chloe no sabía qué hacer:
a su abuela no quería disgustar
¡después de lo que le costó escoger!
y tampoco podía hablar,
pues una regañina le iba a caer.
De la tienda contentas salieron,
y al tumulto de gente se unieron,
pero Chloe muy callada estaba,
ni siquiera ver a los Reyes la animaba.
De pronto, alguien la empujó
y frente a una elfo Chloe se encontró,
ésta su carta le pidió
pero a Chloe una lágrima se le escapó:
no podía dejar de pensar en lo sucedido,
¡por su culpa se había manchado el precioso vestido!
La elfo la carta de sus manos cogió,
y en señal de complicidad,
un ojito le guiñó y le dijo con suavidad:
la magia existe en Navidad.
Al llegar a casa, tras ver la cabalgata,
y aún a riesgo de meter la pata,
Chloe quiso decir la verdad,
pero cuando Silvia su vestido enseñó,
qué gran sorpresa la pequeña se llevó
pues no estaba manchado:
¡ni rastro del caramelo había quedado!.
Chloe en la elfo pensó,
supo que ella la había ayudado,
y se podía haber callado,
nadie se hubiera enterado
pero una cosa la pequeña recordó:
la educación que le habían dado
y su secreto llorando confesó.
Sin embargo, todos la alabaron,
lo valiente que había sido elogiaron.
El día de Reyes por fin llegó
y todo lo que en su carta pidió,
la pequeña Chloe recibió
aunque, también los Magos de Oriente,
le habían otorgado un regalo diferente,
algo que en su vida mucho le serviría
pero que con los ojos no se veía,
y fue el don de la sinceridad
que tuvo esa especial Navidad.
