El pajarito Anteojitos, es muy chiquitito, vive en un bosque lleno de preciosas flores de colores y árboles de hermosas hojas verdes. Su amiguito Pepito ha venido a visitarlo. Pepito se había ido a vivir a un valle cerca de las montañas del pirineo que se llamaba el Valle Churumbel, donde hacía mucho frío. Pepito le trajo un regalo a su amiguito Anteojitos: un confortable y exclusivo chaquetón de piel de ante de color marrón, forrado en su parte interior de un grueso borreguito, que es una lana especial de oveja que se utiliza para hacer chaquetones que resulten ser requetecalentitos y supersuaves. Anteojitos, entonces, muy agradecido, invitó a su amigo Pepito a tomar un chocolate caliente y unos churros frente a la chimenea de su agradable choza que compró al dejar el nido de sus padres, hacía justamente unas semanas.
Un día después de que Pepito regresara a su casa en el Valle Churumbel, el bosque amaneció lleno de charcos y barro porque había estado toda la noche chisporroteando y después, de madrugada, hubo una gran tormenta. El reportero que se encargaba de explicar la previsión del tiempo en televisión, un periquito que decía las noticias en un periquete, ya había advertido a todos los habitantes del bosque Chispa, que era el bosque donde vivía Anteojitos, que estuvieran preparados para la venida de un fuerte temporal que les dejaría chubascos, vientos e incluso nevadas, y que también tuvieran la precaución de mantener limpias sus chimeneas para que no se taponasen con la nieve que caería; también les recomendó que utilizasen chubasqueros para salir al bosque.
Todos los animales jugaban felices, divirtiéndose chapoteando en los charcos que había dejado la lluvia, había chimpancés, chinchillas, elefantes… pero el chiquitito pajarito Anteojitos, miraba preocupado su nueva y especial chaqueta. «No quiero que se me ensucie con el barro de los charcos»- pensó». Nuestro cuidadoso amiguete, encontró la manera de evitar que los demás le ensuciasen su preciado chaquetón al chapotear en los charcos para divertirse, y se le ocurrió la idea de subirse a las ramas más altas de los árboles más enormes y espléndidos, donde estaba seguro que no encontraría barro, y se lo pasó en grande buscando las hojas secas, que no tenían agua ni tenían nieve, y saltando alegremente entre ellas. De esta extraña y diferente manera, también él se divertía pero al mismo tiempo evitaba ensuciarse su calentito chaquetón de ante de color marrón, forrado de piel de borreguito, sin dejar de jugar y entretenerse.
¡Qué bien se siente uno pudiendo jugar sin preocuparse por ensuciarse!», pensaba feliz el pajarito Anteojitos acariciando su suave chaquetón de ante de color marrón, mientras de repente, el sol brilló de nuevo en el cielo, sonriéndole como siempre.
