Las reuniones secretas de los dígrafos (cuento para aprender las consonantes r / s y la vocal o)

La letra r estaba muy aburrida ese día. Hacía poco que los miembros de la Real Academia de las Letras, habían decidido que su hermana gemela, la rr doble, tenía que salir del abecedario. ¡Y la echaba tanto de menos! El abecedario es un equipo de letras, formado por 27 consonantes y 5 vocales que pueden unirse entre ellas de infinitas maneras, para formar grupos de palabras con las que los humanos pueden aprender a leer y escribir y así comunicarse con los demás. Los miembros de la Academia decían que rr doble no era una letra, sino un dígrafo, es decir, que solo si se junta con otra, en este caso con su hermana, puede formar un sonido. Lo mismo había pasado con la letra ch, porque su sonido solo existía si se unían las letras c y h, o con su amiga la ll, a la que ahora estaban acusando de ser una doble espía para echarla también del abecedario. 
La r tenía mucha confianza con la s, seguramente sería porque siempre iban a todas partes juntas y se explicaban sus cosas y sus chismes chismosos.
Aquél aburrido día, r había quedado con su amiga s para contarle un secreto: La ll le había preguntado si ella sabía dónde podía encontrar a su gemela rr doble. Quería hablar con ella para preguntarle dónde podía vivir, ahora que la obligaban a abandonar la casa de las letras.
R le habló de un lugar donde todos los dígrafos se reunían en secreto, en el cual podían ensayar sus sonidos para no olvidarlos: «cha, che, chi, cho, chu… lla, lle, lli, llo, llu… rra, rre, rri, rro, rru».
Su hermana rr doble , ya sabía que a pesar de tener un sonido fuerte, nunca sería una letra principal, porque casi siempre iba en medio de algunas vocales como en la palabra perro, o en carro, ni siquiera lograba serlo cuando una palabra empezaba con ella, como ocurría en las palabras rata, rozar, o incluso en radio, palabras en las que a pesar de usarse su sonido ruidoso rr al pronunciarlas, cuando se escribían, se utilizaba solo a su gemela r. Por suerte, rr doble sabía que su hermana no tenía la culpa de esto pero desde el día en que la despidieron del abecedario, las hermanas ya no se veían tanto. La ll le había pedido que no dijese nada a las demás de este secreto, pues alguna podría irse de la lengua y llegar a oídos de la Academia que los dígrafos se reunían en secreto. Pero r confiaba tanto en s
Habían quedado como siempre en la orilla del río; un ratoncito, primo de Pérez, se acercó a ella. Llevaba un pantalón rojo. Se subió a una roca y se puso a hablar con Susana, la rana sevillana, que estaba jugueteando con una rueda. La s llegó por fin. Saludó a su amiga r, e inmediatamente, se pusieron a hablar del secreto de los dígrafos, sin tener en cuenta quien podría estar escuchando

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