Aún era de madrugada,
cuando Toñi se despertaba,
la inquieta topo estaba cansada,
pero en salir de su madriguera,
subiendo por su rota escalera, 
ella cada día se esforzaba.
Bien temprano desayunaba,
su taza de cereales y leche,
(aunque muy poca les eche),
cada mañana, no le faltaba.
Adormilada a la superficie salía,
un paseo en patinete hacía,
pero aquél preciso día,
en que mucha niebla había,
y casi, ni lo que tenía delante veía,
Toñi, tras tropezar con un clarinete,
se subió a su anticuado patinete, 
pero ¡vaya susto se dio,
cuando éste, ¡al suelo la tiró!.
Y es que Toñi, la miope topo,
veía tan sumamente poco
que a la letra t había confundido
con su anticuado patinete
¡y casi rompe su clarinete!.
Toñi se disculpó por el malentendido,
y t por la reacción que había tenido.
La letra t, siempre tras tomar su té,
tocaba una pieza con su clarinete,
en aquél árbol se apoyaba, 
y un ratito descansaba.
Había estado también esquiando,
pues se estaba preparando,
para participar, y tal vez ganar,
en los juegos divertidos,
 y súper entretenidos
que la academia preparaba
si la nieve los visitaba;
pero cuando el sol las agobiaba,
entonces juegos de agua hacían:
en waterpolo, algunas competían.
en los distintos retos que se preparaban,
animales y letras juntos jugaban
¡y de miedo se lo pasaban!.
Willy, era el tigre que mejor nadaba
pero la letra w no se despistaba,
sus brazos rápidamente movía
y estupendos goles metía
en la improvisada portería
que el toro Walter defendía.
Comían wafles deliciosos,
es decir, gofres sabrosos,
así era como los llamaban,
dos osos que eran de Inglaterra,
su añorada y bella tierra, 
y que a todos encantaban.