Si algún día las letras del abecedario,
en las reuniones que hacían a diario,
no tenían nada que criticar,
o algún chisme que inventar,
muchas se ponían a bromear, a susurrar,
e incluso a veces, en voz bajita a canturrear,
para la atención de todas las demás captar,
y así, creaban un especial misterio misterioso,
como les pasó con Grimmy, el señor oso,
quien un bote de jalea al bosque había llevado,
y en el árbol retorcido lo había dejado apoyado,
para que las abejas de la zona la probasen
y de su original sabor, como expertas, opinasen.
Eso fue lo que el oso, a unos niños les explicó,
el día de su cumpleaños, la letra a lo escuchó,
cuando estaba en un árbol subida 
pero no temía por su vida:
mamá koala muy fuerte la sujetaba,
mientras a su llorosa bebé consolaba, 
la pequeña, no dejaba de lloriquear
porque a su jirafa, había tenido que abandonar,
los niños con ella empezaron a jugar,
¿no se daban cuenta de que la iban a ensuciar?.
Esto no habría pasado si Grimmy, el oso pelota,
hubiera pensado con su gran cabezota,
en hacer a las abejas un regalo más original,
que no algo tan parecido y casi igual,
a lo que ellas ya hacen en su panal. 
Grimmy hizo que letras y animales se asustaran, 
y que del bosque corriendo todos se marcharan,
su fiesta de «cumple» la letra a no pudo acabar,
y a su jirafa, la koala tuvo que abandonar.