La letra Y, reconocida por sus habilidades detectivescas, recibió un encargo de la letra ele: investigar a su sobrina, la ll, para demostrar su inocencia. Las demás letras sospechaban que era una doble espía que intentaba hacer la pelota a los miembros de la Academia de las Letras, que la habían expulsado junto a la ch, por ser consideradas dígrafos. Últimamente, la ll las evitaba y actuaba de forma extrañamente nerviosa y simpática, lo que aumentaba las sospechas.
Tras un largo día buscando pistas en el Bosque de las Letras, la detective Y se quedó dormida sobre una piedra. Un rayo la despertó y la obligó a buscar refugio. Mientras tanto, el señor Pelayo llamó a sus hijos y sus amigos para resguardarse de la tormenta. Junto a sus perros Max y Zaira, corrieron a casa. Pollito, el pollito de la granja del señor Ulises, también huyó de la lluvia, asustado además al ver a los perros, se escondió en el hueco de un árbol retorcido, descubriendo unas escaleras en caracol que decidió bajar.
Las letras ele y m, que merendaban cuando comenzó la lluvia, vieron a la ll en la puerta del castillo del rey Letrellín. Curiosas, intentaron acercarse, pero al ver que la Y también se dirigía al castillo, se marcharon apresuradamente.
La detective Y, buscando refugio, llegó al castillo. En el felpudo encontró una llave y un cepillo. De pronto, un fuerte grito en forma de «pío» resonó dentro del castillo. Sin miedo, abrió la puerta y alcanzó a ver a la ll junto al cuerpo inmóvil de un pollito, antes de que una ráfaga de viento apagara las antorchas y se quedaran a oscuras.
