Juan y Julia fueron al Bosque de la Jalea para averiguar quién había dejado la jirafa de juguete junto al bote de jalea del oso gris. Solo vieron pasar a una mamá koala con su cría, así que decidieron buscar pistas en los bosques cercanos. Encontraron confeti y trozos de globos, como si allí se hubiera celebrado una fiesta. De repente, Max, el perrito de Juan, apareció con una cajita en la boca. En la tapa había una «D», y dentro, unos dados. Justo en ese momento, llegaron sus amigos Pepita y Pablo con su papá, el señor Pelayo, y su perrita Zaira. Cuando Juan y Julia les contaron su descubrimiento, sus amigos les dijeron que un día, ellos vieron a unas hormigas transportando migas de pan y queso, como si alguien hubiera merendado en ese lugar, pero no había rastro de personas.
Mientras tanto, Pollito, uno de los pollitos de la granja del señor Ulises, jugaba al escondite con sus hermanos. Se asustó al ver a unos perros hablando con un zorro. De pronto, se puso a llover y se refugió en un agujero dentro de un árbol retorcido. Descendió por unas escaleras en espiral y, al tomar una antorcha, descubrió que estaba en un castillo lleno de pasadizos y decoraciones con letras del abecedario. Se acercó a una gran puerta, pero algo se arrastró entre sus patas—parecía una rata enorme—, lo que lo asustó tanto que lanzó un fuerte «¡pío!» antes de desmayarse. En ese instante, la puerta se abrió, dejando ver a la letra ll y a la letra y, justo antes de que el viento apagara las antorchas.
