La letra w se estaba bañando en el río cuando, casualmente, escuchó una conversación entre el ratón, primo de Pérez, y Susana, la amiga sevillana de la rana Ana. Hablaban sobre lo que la letra r le había confiado en secreto a su amiga s, acerca del paradero de su hermana gemela, la rr doble: estaba viviendo en el castillo del rey Letrellín, pero nadie debía saberlo. W, preocupada porque la Academia podría expulsarla algún día, con la excusa de que en el abecedario no era de mucho servicio, decidió que si revelaba este secreto, podría hacer que eso no sucediera. Así es que, cuando ll se dirigió al castillo del rey para poder hablar con rr y entregarle la carta que su hermana le había dado para ella, w la siguió.
Ll tomó muchas precauciones, mirando constantemente hacia atrás, pero w, hábil en desplazarse poniéndose del revés para ganar velocidad, la alcanzó con facilidad. Cuando vio a ll entrar al castillo junto al rey y la letra ch, intentó colarse por debajo de la puerta, pero la aparición de las letras ele y m la obligó a esconderse en un agujero que descubrió en un árbol retorcido. La detective Y se acercaba corriendo para refugiarse de la lluvia; cuando ele y su amiga m la vieron venir, salieron huyendo. W ya no podía entrar por la puerta, pero entonces, una luz iluminó el interior del agujero del tronco, y vio a un pollito sosteniendo una antorcha. Descubrió unas escaleras en espiral que descendían. Intrigada, decidió seguirlas, pensando que podrían llevarla a un lugar secreto desconocido incluso para la Academia.
En los pasadizos subterráneos, escuchó las voces del rey Letrellín y ch, que buscaban a ll, pues parecía haberse perdido. W entró en una habitación llena de adornos con figuras de letras. Consonantes y vocales de mentira estaban de pie en el suelo, en fila, como si se tratase del abecedario. Seguramente eran recuerdos del rey. De repente, el pollito de la antorcha apareció de nuevo y, para evitar ser vista, w se escabulló entre sus patas y se escondió tras la w del suelo, colocándose estratégicamente entre la v y la x. Pero el pollito, espantado, soltó un escandaloso ¡Pío! en forma de grito. En ese preciso instante, ll llegó corriendo y se quedó paralizada al ver al pollito tirado en el suelo. La puerta se abrió y apareció la detective Y, sorprendida por la escena. Una ráfaga de viento apagó las antorchas, dejándolas a oscuras. Casi de inmediato, el chasquido de una cerilla iluminó la estancia. Ll e Y se miraron, desconcertadas. Sin duda, w ya no podía salir de su escondite.
