La letra ch, desde que fue considerada definitivamente como dígrafo y expulsada del abecedario por la Academia de las Letras, vivía refugiada en el castillo del rey Letrellín, quien la había acogido junto a la rr doble. El día en que ll decidió ir al castillo, lo hizo con mucho cuidado, pues nadie debía conocer el secreto del rey. Ni siquiera ll sabía que su compañera ch ya residía allí; le extrañaba que su expulsión no le hubiera afectado tanto, pero es que, para ch «era algo que ya se veía venir». Aquel día amaneció soleado, sin embargo, la predicción del periquito que anunciaba el tiempo en televisión, se cumplió, y hacia la media tarde, una tormenta sorprendió a muchos de los habitantes de los valles y bosques que rodeaban al Bosque de las Letras. Ll fue recibida por el rey y conducida a través de los pasadizos del árbol retorcido que llevaban al castillo para que pudiera hablar con rr doble. Sin embargo, en uno de los corredores mal iluminados por antorchas en las paredes de piedra, ll se despistó. De pronto, un estruendoso «¡Pío!» la hizo correr hacia una habitación, donde encontró a Polli, el pollito de la granja del señor Ulises, tirado en el suelo. Se quedó paralizada. ¿Qué había ocurrido?
En ese momento, una puerta se abrió al exterior, en el umbral apareció la detective Y, quien miró con sorpresa a ll, antes de que una ráfaga de viento entrase por la puerta, apagando las antorchas de la habitación y dejando a oscuras la estancia. Ll se quedó inmóvil; solo pensaba en qué decir, porque la típica frase «no es lo que parece» ya estaba demasiado gastada.
La letra Y prendió una cerilla, con la cual pudo encender alguna antorcha. Pollito comenzaba a despertarse, pero ni ll ni Y se hicieron preguntas, pues ambas entendieron que debían resolver juntas aquel misterio: ¿Qué o quién había asustado a Pollito?. En ese momento, el rey Letrellín entró acompañado de los dígrafos ch y rr doble. Pollito corrió a abrazarlo y, entre sollozos, explicó que una rata que caminaba de forma extraña lo había asustado. Al inspeccionar la habitación, ll y la detective Y encontraron algo sospechoso: un charco de agua bajo la figura de la letra w. Si esas letras eran adornos, ¿Cómo podía haber agua debajo de una de ellas? La letra Y alumbró detrás de la w de mentira y descubrió a la w real, que, al verse descubierta, solo atinó a sonreír con fingida simpatía antes de salir de su escondite. Nadie entendía nada. ¿Qué hacía allí y por qué se escondía de sus amigas?
La buena detective ya tenía la respuesta: w era la verdadera y única espía en toda esa historia de rumores entre las letras.
Llegado este momento, el rey Letrellín decidió convocar una reunión con todas las letras, para recordarles cuán importantes eran todas ellas en el abecedario…
