Conejito observaba a la niña mientras regaba esa parcela de tierra donde había una piedra con unas iniciales y unas florecillas. A una de las flores, le faltaba una hojita, y conejito, pensó que tal vez, esa hojita era la que nacía de la rama del árbol que empezaba a crecer en aquella parcela, y quizá significaba, que de él nacerían flores tan bonitas como aquellas. Palomita siempre acompañaba a la niña, ninguna de las dos estaba triste, sabían que el agua mágica y densa con la que regaban el descanso de Palomito, podría devolverle la vida de otra forma.
