Elena, la ballena que sufre las bromas de un delfín por el tamaño de su cuerpo

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Elena es una ballena muy buena y bonita,
un poquito gordita.
Su vecino, el delfín,
es todo un figurín
y a Elena molestaba
porque no adelgazaba.
Le hacía bromas de mal gusto,
y ella siempre cogía un disgusto.
Lloraba y se lamentaba
ya que su cuerpo la acomplejaba.
Un cachalote la oyó,
de ella se compadeció
y estas bellas palabras le dedicó:
«Eres bella y ligera,
la envidia de cualquiera,
tu cuerpo mueves con soltura,
a pesar de tu gordura…
Tienes muchas virtudes, no lo dudes,
y quien solo te quiera por tu aspecto,
no merece tu respeto,
tu cuerpo es solo un caparazón,
lo mejor está en tu corazón,
pues la belleza puede ser pasajera,
incluso, en ocasiones traicionera:
en seguida se marchita,
se enferma y se debilita.
Si no haces caso al acosador delfín,
las bromas llegarán a su fin
porque contigo ya no se divertirá,
y como a un necio caso no harás,
en su juego ya no entrarás».
Elena, muy agradecida, al amigo cachalote escuchó
y sabiamente, su buen consejo siguió:
las bromas del delfín no le afectaban,
sus sarcasmos no la molestaban,
y tal y como el cachalote pronosticó,
el día llegó en el que el delfín se aburrió
y con Elena, la ballena ya no se metió,
pues la gracia de sus insultos era,
que Elena se ofendiera y se los creyera.

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