¿Quieres que te cuente un cuento recuento?
El más precioso colibrí que jamás hayáis visto, se llama Pigrí;
cariñosamente todos lo llaman «el pico espada»
pues tiene el pico más largo de la bandada;
El pequeño Pigrí, músico sueña ser,
desfilando en la feria de las flores se quiere ver,
su padre, de toda la vida silletero,
quiere que del oficio sea heredero
y Pigrí no le puede ni hablar
del grupo que desea formar.
Cada día padre e hijo tienen una discusión:
uno, que quiere tocar el acordeón
el otro, que no entra en razón …
Pigrí pensaba que nada malo pasaba
si al menos cumplir su sueño intentaba,
papá lo veía de otra manera:
para él, una desobediencia era…
en su familia todos habían sido silleteros
nada de músicos callejeros…
Pigrí, día a día más se deprimía,
las riquísimas arepas de mamá ya no comía
ni siquiera si un delicioso plato paisa le hacía…
constantemente por su cabeza esta idea revoloteaba
pero su papá, don Simeón, siempre se la quitaba,
incluso de él se burlaba: sus alas a las teclas no iban a llegar,
¡qué clase de grupo pretendía montar!
Pero quiso la vida que Pigrí al señor Robinsón conociera :
quien no era un lagarto azul de Gorgona cualquiera,
sino el más experto en Vallenato y Cumbia que en Medellín hubiera.
Con pocas ganas el colibrí estaba rumbeando con su parce, el joven Arce,
cuando sentado en un sillón, reconoció al señor Robinsón;
no quería molestarlo, pero tenía que intentarlo…
Él sabría mejor que su papá, don Simeón, si podría tocar el acordeón…
decidido se le acercó y con algo de vergüenza, se lo preguntó,
cortas serían sus patitas y sus alitas
pero grande era su ilusión: casi una obsesión.
Al señor Robinsón le conmovió su pasión
y mirando al colibrí, se le ocurrió una innovación:
en vez de Pigrí abrazar al acordeón por detrás,
por delante de su cuerpo lo colgaría
y sin problemas tocaría…
con sus pequeñas alas y patas las teclas podría presionar
y ayudado por su largo pico ¡bellas melodías interpretar!
El colibrí estaba entusiasmado,
el artista, esperanza le había dado…
sus clases de acordeón comenzó
y muy rápido a tocarlo aprendió;
su soñado grupo por fin creó:
Raca, la graciosa urraca tocaba la guacharaca
mientras Trillo, el feliz grillo, se dedicaba al quiribillo:
ambos cantaban con ilusión oyendo el acordeón.
Ese año, en el desfile de flores el grupo participó
pues Pigrí su sueño finalmente cumplió
y el amor a su tierra reforzó
pues recorrió con su música el mundo entero
pero nunca hubiera sido un buen silletero…
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