¿Quieres que te cuente un cuento recuento?
Nejo, el conejo, no era amigo de hacer favores
aunque sí que los pedía, de mil amores…
Al principio, esta actitud egoísta sus amigos le toleraban
pero, de tanta caradura, la mayoría de ellos ya se cansaban.
Nejo a nadie ayudaba, ni nada regalaba,
con los obsequios, nunca cooperaba,
en sí mismo solamente pensaba.
Una buena educación no había tenido
y en un conejo consentido se había convertido;
como ciertos valores no le habían enseñado,
ahora era un terrible maleducado:
conforme mayor se hacía, menos educación tenía;
a cruzar la calle a su amigo invidente no ayudaba,
ya ni siquiera a sus vecinos, los buenos días les daba;
su asiento en los transportes a los mayores no cedía,
ni las puertas si iban detrás de él, les abría…
él era, quien primero pasaba,
a veces, incluso, en plena cara se las cerraba…
y tan tranquilo se quedaba,
pues para él comportarse así era normal
y lo que le dijesen le daba igual.
Un día en el que iba muy cargado
porque comprando fruta se había pasado,
el autobús del barrio vio e impaciente lo esperó;
Había un anciano delante de él esperando a pasar
pero cuando la puerta se abrió, Nejo, lo adelantó sin dudar.
El autobús muy lleno estaba ni un asiento libre quedaba;
sin embargo, un pequeño que tan cargado lo vio,
se levantó rápidamente y su asiento le cedió.
Nejo se lo agradeció y el por qué lo había hecho le preguntó;
el peque, al escuchar su pregunta se extrañó
y esto fue lo que al maleducado conejo respondió:
«A los mayores un respeto debemos tener
en casa, mis padres me lo hicieron aprender,
es una muestra de buena convivencia
y el reconocimiento a su experiencia;
hay que ofrecerles paciencia y cordialidad
la misma que quisiera yo que me dieran, al llegar a su edad.
Además, si el autobús diera un frenazo, usted se podría caer,
incluso algún hueso en la caída se podría romper,
y aunque a mi también me pueda pasar.
antes que usted me voy a recuperar
pues aún mis huesos fuertes son
y se soldarían con mayor precisión».
El bien educado pequeño esta gran lección a Nejo dio
y éste, de haber sido un egoísta, de inmediato se arrepintió
y dirigiéndose al anciano, su asiento le cedió
y al buen peque, su actitud generosa agradeció,
pues en un momento buenos modales le había enseñado
y dejó de ser un conejo aprovechado y mal educado;
había comprendido lo que es ser bondadoso
y sentirse así, lo hizo feliz y dichoso,
ya que cuando al pobre anciano había ayudado,
con fuerza su corazón, había latido emocionado.
