Berta, la codiciosa arquitecta

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La esbelta jirafa Berta, era una renombrada arquitecta
pero siempre se estaba quejando y lloriqueando,
todo lo que tenía, poco le parecía,
en caprichos caros malgastaba el sueldo que ganaba:
si un vestido se le rompía, ni siquiera lo cosía,
uno nuevo se compraba y éste a la basura tiraba,
luego se arrepentía, aunque con certeza mentía,
cuando a su marido, llorando le decía,
que para llegar a final de mes. muchos esfuerzos hacía.
Ambos, un buen salario tenían
y además, cada año, el sueldo les subían…
para quejarse ningún motivo tenía,
porque todo lo que quería, con dinero lo conseguía,
sobradamente y sin pasar necesidades vivía;
pero Berta era en un continuo lamento,
nerviosa y alterada en todo momento;
de haber tenido dos hijos, parecía que se arrepentía
y a todo el que la escuchaba, que no tuviera familia le aconsejaba,
eran demasiado traviesos decía, con ellos ya no podía…
Argumentaba que aburrida la tenían pero ellos nada malo hacían,
pues sólo como dos hermanos se comportaban:
a veces se peleaban y en un rato no se hablaban,
pero después, las paces hacían y como dos locos se querían,
con tal de no oírlos, sus papás, les daban todo lo que pedían,
porque de este modo se callaban y no les molestaban;
sólo cuando con sus amigos y sus familias salían,
estar orgullosos de sus pequeños parecían
y los mejores padres simulaban ser,
pendientes todo el rato de Javier y de Esther…
Berta tenía un hermano, al que cariñosamente llamaban “Nano”
quien cansado de su quejas sin fundamento,
la llevó a unos terrenos que había cerca de su apartamento:
familias humildes allí vivían pero eran felices con lo que tenían.
Algunas precariedades pasaban, sin embargo, no se lamentaban,
pues al menos,vivos y en harmonía estaban…
un fuerte huracán, había destruido las casas de todo el clan
y a acampar en la ribera se vieron obligados, en estos poblados;
pero esta desgracia más los había unido,
sólo bienes materiales habían perdido,
la muerte de ningún familiar lamentaban
y por eso las gracias cada día daban:
al huracán sobrevivieron y allí juntos permanecieron.
Unas casas en condiciones habían intentado construir,
¡entre todos y con su esfuerzo, lo podían conseguir!
Pero la ayuda del Ayuntamiento, no llegaba de momento…
Nando le dijo a su hermana que debería de ellos aprender
y no lloriquear tanto por lo que no podía tener,
ella vivía en un lindo y acogedor hogar,
donde después del trabajo podía descansar,
del frío y del calor resguardarse, de los peligros refugiarse…
tenía unos hijos que no necesitaban que tantas cosas les comprase,
sino que un poco más de atención les prestase,
del mismo modo la querrían y a valorar las cosas aprenderían;
Berta no tenía la culpa de la desgracia que había sucedido,
pero Nando quería mostrarle las consecuencias de lo ocurrido,
y de este manera recordarle que antes, feliz era,
con lo poco o mucho que tuviera,
como la familias que malvivían en la ribera…
ahora, nada su vida llenaba
y una vida desequilibrada llevaba…
Nando quería saber qué le había pasado,
pues la alegría y la ilusión parecía haber olvidado,
no la reconocía pues veía que cuanto más tenía, más quería,
y nunca suficiente sería…
aunque gozara de poder y de dinero, eso no debía ser lo primero,
pues aunque éste en algo la pudiera ayudar,
la felicidad completa nunca le iba a dar..
Berta escuchó atentamente, lo que su hermano le estaba diciendo,
Nando no estaba mintiendo, feliz antes vivía con lo que tenía;
se avergonzó inmediatamente de su comportamiento
y llamó a su marido, Andrés, al Ayuntamiento,
pero éste le confirmó que la ayuda que quería, un tiempo tardaría:
ya no había dinero suficiente, para realizar lo que tenían pendiente;
entonces Berta de otra manera rápidamente se las ingenió:
un permiso de obras, pagado por su bolsillo consiguió
y contrató a un equipo de primera especializado,
que en unos meses, bajo su supervisión, las casas ya había acabado…
La esbelta jirafa no volvió a lamentarse por lo que desearía,
sino que las gracias daba cada día, por todo cuanto tenía;
tantos bienes había codiciado, que ser agradecida había olvidado.
Ahora sabía que muy afortunada era, mucho más que cualquiera….
pues a tiempo supo valorar lo que no hace falta comprar…
Y ocurrió que desde este suceso, más feliz vivía:
con la familia, su tiempo libre compartía,
a sus hijos bien atendía y en lo que hacían, atención les ponía
pero no les daba todo lo que pedían, ni con tonterías los consentía;
su dinero en cosas innecesarias ya no gastaba
y cuando alguien ayuda le pedía, se la prestaba:
¡¡Estaba tan orgullosa de haber sido generosa!!
mejor consigo misma se sentía y más rica que nunca parecía,
llena de vida e ilusión de nuevo estaba
y eso, el pobre dinero, no se lo daba.

 

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