“Tan”, el gran orangután

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Tristán, a quien todos llamaban “Tan”,
a meterse con los demás se había acostumbrado
y muy mal su historia podría haber acabado…
Sus, mal llamadas,bromas pesadas, graciosas a todos les parecían
pero, no era porque estas maldades que hacía ellos compartían,
sino porque mucho miedo le tenían:
pensaban que si sus “trastadas” no reían,
serían los próximos con los que se metería,
así es que todos callaban y actuaban con cobardía…
Los profesores hacían ver que nada pasaba
que eran “criaturadas” la tutora argumentaba,
pues como muy bien con la mamá de “Tan” se llevaba,
este maltrato por alto pasaba y de esta manera lo justificaba.
Así, libremente, bromas de mal gusto a algunos gastaba,
pero al pobre pato Paco, era a quien más molestaba:
Cuando el pato por su lado pasaba,
el orangután su pata sacaba y Paco tropezaba,
si en clase la “profe” algo le preguntaba, “Tan” de él se burlaba
y su voz de manera ridícula imitaba;
la cartera le quitaba y por ahí la tiraba,
la chaqueta le escondió un día en secretaria
y como allí el pato no entraría, nunca la encontraría…
El pobre Paco mucho sufría pero un error cometía
y era que a sus padres nada decía pues temor tenía:
quizás, acusar a “Tan” peor para él sería,
y posiblemente, sus padres pensarían, que eso eran tonterías,
como en el cole todos decían, nada que ver con las fechorías;
pero decírselo a alguien ni siquiera había intentado,
debería haberlo explicado, para tener un aliado
y su tormento y dolor, antes se habrían acabado.
El maltrato no se debe tolerar, ni se tiene que acallar,
es necesario hablarlo, para poderlo frenarlo:
siempre habrá quien nos pueda ayudar y así, con él terminar…
El invierno muy frio estaba siendo
y Paco sin chaqueta estaba yendo,
si mamá le preguntaba dónde la tenía
que la dejaba en el cole, el pato le decía…
Al día siguiente sus amigos lo esperaban
pero sus papás al hospital lo llevaban,
donde una pulmonía al pequeño detectaban…
Un buen susto sus compañeros se llevaron
y hasta aquí aguantaron,ya no se callaron
y con las maldades de “Tan” acabaron:
con hacerle las mismas bromas pesadas lo amenazaron…
todos juntos a él se enfrentaron y al maltratador unidos ganaron:
pues contra todos no podría, inútil intentarlo sería.
Paco, al colegio volvió y una gran sorpresa se llevó:
“Tan” se le acercó, perdón le pidió y su historia le explicó:
como nuevo al colegio acababa de llegar,
temía que nadie lo fuera a aceptar:
en otro colegio ya le había pasado,
de él se reían por su tamaño exagerado,
mucho había tenido que aguantar
y al final, de cole se tuvo que cambiar;
por eso se le ocurrió que también podría con los demás meterse
y así, con su respeto y amistad a la fuerza hacerse,
ya que si miedo le tenían, con él ya no se meterían;
sin embargo, no había sabido cuándo parar
pues nadie cara le supo plantar;
pero él no era malo en realidad y se arrepentía de verdad…
Nadie lo había ayudado y por coger el mal camino había optado;
sus papás parecía que sólo pendientes de si mismos estaban,
y esto lo llevó a pensar que “de su hijo pasaban”.
Pero a partir de aquél día, más atención en casa le prestaban
y si en el cole no era bueno, sus compañeros con él no jugaban.
Los “profes” con todos los padres semanalmente se reunían
y comentaban el comportamiento que sus hijos tenían,
de cuanto a los pequeños les pasaba, unos a otros se informaban,
así, juntos cooperaban y educarlos lo mejor posible procuraban,
buenos valores de este modo a sus hijos enseñaban…
“Tan” a nadie volvió a molestar, con él todos podían contar.
Afortunadamente, su inevitable mal futuro, había evitado
y también el sufrimiento del pobre Paco había acabado
y aunque, como es lógico, un poco le había costado,
finalmente, al gran orangután había perdonado.
“Tan”, esta mala experiencia también sufrió en el pasado
y a pesar de que bien con él no se había comportado,
Paco intentó ponerse en su lugar:
muy mal también lo debió pasar….
Recordad que ante un maltrato, ayuda siempre debemos pedir,
pues con miedo y bajo acoso no podemos vivir ;
nunca lo debemos ocultar y aguantar,
pero tampoco un mal camino tomar,
y a otros infelices hacer pagar,
nuestra rabia y frustración sin excusa ni razón.

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