Yin, la bonita oso panda

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Yin, la bonita osa panda, ha montado una banda,
la música siempre le ha gustado
y por fin, su sueño ha logrado;
su hermano Yang, también quiere en el grupo entrar,
pues el pequeño osito, el Xiao sabe muy bien tocar;
Yin le decía que parte del grupo sería,
sin embargo, era la excusa que constantemente le ponía,
cuando el pobre insistía e insistía.
Ambos esperaban entusiasmados la festividad de los Faroles,
ese día, la banda tocaría ante miles de espectadores.
Pasaban los meses y Yang, a la banda aún no pertenecía,
a pesar de que a su hermana continuamente se lo pedía;
ella le contestaba que lo pensaría pero nuevamente le mentía.
Para conmemorar esta fecha como mandaba la tradición,
mamá osa prepararía unos manjares de excepción:
con rico tangyuan, a sus invitados iba a obsequiar,
rellenas de sésamo, las bolas quería preparar,
con pétalos de flores la sopa de la cena adornaría
y también, dátiles y frutas secas, a la receta añadiría,
de esta manera, para su familia un buen año procuraba,
como la ancestral leyenda refería y aseguraba.
Le pidió a Yin que los ingredientes para hacerla comprase
y que de preparar los acostumbrados acertijos se encargase,
que en los faroles más bonitos los metiera
y las linternas en todos ellos pusiera
para que la casa bien bonita pudieran adornar
y a sus invitados con una espectacular vista alegrar.
Como siempre, sin protestar, Yin a mamá obedeció
y que lo haría de buen grado le aseguró
pero cuando el momento de cumplir su promesa llegó,
Yin, ni siquiera de lo que debía hacer se acordó,
ya que nunca en cuenta lo tuvo
y en hacer sus cosas se entretuvo;
de la misma manera continuamente actuaba,
pues cuando hacer algo mamá le mandaba,
no rechistaba ni de malas formas contestaba,
a pesar de que al final, sin hacer lo que le pedía acababa;
sin embargo, de que le regañase se salvaba,
puesto que como a hacer las cosas no se negaba,
ante mamá, bien y correctamente, siempre quedaba.
A su hijo Yang ya nunca nada le pedía,
pues bien sabía lo que le contestaría,
así es que ni se molestaba
y de esta manera el disgusto se ahorraba;
no obstante, aunque éste se quejaba,
después obedeciéndola terminaba
pero esto ya no importaba,
porque con lo que mamá osa se quedaba,
era con la mala respuesta  que su hijo le daba,
la primera impresión era la que contaba:
su reacción  era por sistema la negación.
Llegado el día del festival,
Yin acabó comportándose igual:
lo que se había comprometido a hacer no cumplió;
suerte que Yang, conociendo a su hermana,
se levantó temprano una mañana,
los ingredientes que mamá necesitaba compró
y de escribir los enigmas se encargó,
resultando que el osito protestón,
fue quien realizó la incumplida petición.
Mamá, escondida detrás de un biombo lo observó
y cuando quién había hecho el trabajo preguntó,
el supuesto mal hijo calló,
a Yin no delató sino que a su hermana encubrió
y que él se había encargado de hacer todo ocultó.
Por primera vez, mamá a su buena hijita regañó
y de su feo comportamiento ésta se arrepintió:
en su banda a su noble hermano aceptó;
ya era tarde para un buen espectáculo montar,
aunque Yang igualmente iba a actuar:
en una danza de león iba a participar
y con su Xiao las fiestas se disponía a amenizar,
pero también en el desfile de zancos iba a estar
y de un buen día todos iban a disfrutar.
Yin se alegró mucho por su pequeño hermano
y reconociendo la lección que le había dado el enano,
su actitud a partir de ahora cambiaría:
para quedar bien no mentiría,
la verdad siempre diría:
si algo no pensaba cumplir,
lo tendría que admitir;
pues en definitiva, ¿Quién era el que mejor actuaba,
Yang, que de primeras, protestaba y a obedecer se negaba
porque su lengua lo traicionaba pero luego recapacitaba
y arrepentido, haciendo lo que le pedían acababa,
o Yin que a hacer todo se comprometía,
a pesar de que después su palabra incumplía?…
El día de la fiesta, después de echar una siesta,
Yang, el osito de Beijing y su querida hermana Yin,
metieron los acertijos y linternas dentro de los faroles,
para que con sus mágicas luces y bonitos colores,
lucieran especialmente vistosos y hermosos.
Los invitados de la familia se pudieron entretener
en los rebuscados pasatiempos resolver.
Acabada la velada, armónica y relajada,
con un pequeño regalo al ganador obsequiarían
y un año de bendiciones todos los presentes tendrían.

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