¿Quieres que te cuente un cuento recuento?
Ota, la gaviota, es una cabezota:
No quiere continuar estudiando
pues quiere pasar un año descansando.
En ningún curso se ha matriculado,
por lo que su papá está bastante desesperado.
Dice que quiere felizmente vivir la vida,
sin preocuparse en cómo conseguir su comida.
Mil y un consejos su familia le regalaba
pero si ella misma las cosas no comprobaba
y era la que se equivocaba,nunca por vencida se daba.
Nada hacía en todo el día
y sólo en el parque se divertía.
A su mamá no ayudaba cuando iba a comprar
aunque muy cargada supiera que iba a llegar;
Cosas para Ota también traía
que ésta con mimitos le pedía,
pero si con algún encargo se equivocaba,
su hija mucho con ella se enfadaba,
mamá le decía que lo fuera ella misma a comprar
que seguro que así no se iba a equivocar …
Mamá Gabi con razón le regañaba
pero a veces también lloraba
pues la tenía muy agobiada.
No sabía ya cómo tratarla
a un médico quería llevarla …
Más ”a la suya” Ota iba cada día
junto a su familia nunca salía
en casa distanciada, su vida hacía …
Estaba muy cambiada
parecía siempre enfadada.
No era la bonita gaviota alegre que recordaban
de menos todos los que la conocían la echaban …
Quizás no mereciera una disculpa,
pero ella tampoco tenía la culpa,
pues Ota no sabía lo que quería
y esto la confundía: También ella sufría.
Las mañanas en su habitación pasaba
por las tardes con sus amigos paseaba,
pero creía que algo le faltaba
porque feliz nunca estaba
y bien no se encontraba.
Nada de lo que hacia la ilusionaba o motivaba
incluso con sus “colegas”, a veces se agobiaba.
Algunas noches fuera de casa cenaba,
de madrugada llegaba
y a sus papás preocupaba.
Así es que este año de su vida sin hacer nada pasó
pues qué quería hacer en un futuro, no adivinó.
Sus compañías no eran muy recomendables
su amistad con ellos, poco aconsejable:
A nada le daban importancia:
Todo les hacía gracia …
un “quehacer” no tenían
las horas triste y tontamente perdían
con las malas travesuras que hacían
y que con el paso de los años pagarían.
Ota, de esto no se daba cuenta
sus fechorías no les tenía en cuenta
pues no creía que hicieran nada malo
y estar con sus papás “si que era un palo”.
Pero un buen día sucedió
que la vida de Ota cambió:
A su vecina le hicieron una broma pesada
quien casi del susto se quedó “pasmada”.
Ésta sólo lloraba y a Ota abrazaba,
que no fuera con sus “amigos” le rogaba …
La gaviota cabezota se asustó
y por fin recapacitó y despertó.
A su vecina Pepina mucho quería,
se podía decir que la vida le debía
pues a su mamá ayudó el día en que ella nació.
De “peque“ la cuidaba, siempre la mimaba.
¡Sus locos amigos se habían pasado
su amistad hasta aquí había llegado!
Ota cambió: A su vecina perdón pidió,
en su casa a su mamá ayudó
y con la familia los domingos salió.
Con todos bien se portaba
enfurruñada ya no andaba …
Al año siguiente en un colegio se matriculó
y su tiempo y su ocio bien invirtió:
Tenía un innato don para la escritura
pero como tenía la cabeza tan dura,
por ser tan testaruda y cabezota
no le entraba en la cocorota
que ella podía ser un genio,
desarrollando su ingenio.
Y se dió cuenta de lo inteligente que era,
de que podía hablar de todo con cualquiera
que podía hacer lo que ella quisiera.
Bien hizo al dejar las malas compañías
que sólo se divertían haciendo fechorías.
En una buena escritora Ota se convirtió,
una buena y digna vida desde entonces llevó
y su verdadero y noble carácter descubrió.
Feliz estaba pues al fin sabía lo que deseaba.