¿Quieres que te cuente un cuento recuento?
Tere, la rápida e intrépida liebre
era la jugadora genial
del equipo “ el manantial”.
Jugaba a fútbol por afición
pues era su mayor pasión
y nunca estaba en tensión
pues con sus amigos brindaba
perdiera o ganara;
no se consideraban rivales
sino compañeros iguales.
Nadie quería destacar
sólo al fútbol jugar:
amaban correr y divertirse
de la rutina evadirse.
Casi podría decirse,
que Tere aún estaba en el cascarón
el día que vinieron a ficharla los de la federación.
Todo se complicó
cuando esto sucedió:
Si Tere al césped caía
nadie la recogía
ni siquiera la ayudaban
¡muchos hasta la pisaban!
A veces se enfadaba y gritaba:
¡la habían empujado!
pero todos decían que” se había tirado”
que se lo había inventado.
Tere a gusto no se sentía
lloraba mucho noche y día.
Ese fútbol ya no era su pasión
ni siquiera su diversión.
Quería volver a casa y abandonar
pero de opinión la hicieron cambiar:
“Tienes un contrato,
no se puede romper un trato
hay mucho dinero en juego,
tú no eres lo primero
y procura espabilarte
no vayan a lesionarte
pues dinero sin ti perdemos
y eso es lo último que queremos.”
-le dijo la presidenta cabra
tomando ávida la palabra.
Tere deprimida estaba:
si esto no se solucionaba
¡ella de allí se marchaba!
Pero bien pensado, si abandonaba,
los de la federación la denunciaban,
su familia no cobraría
y a sus amigos decepcionaría.
Así es que por la cuenta que le tuvo
aguanto en el equipo como pudo
obligada con ellos se quedó
y un buen espectáculo ofreció.
Aprendió a no jugar por divertirse
sino para en estrella convertirse.
Tuvo tanta fama y ganó tanto dinero
que podía dominar al mundo entero.
Dos enormes casas alquiló
y un descapotable se compró
para poder presumir de su lujoso vivir.
Pero la fama pocos años duró
pues cuando la liebre maduró
al club ya no le interesó
su contrato invalidó
de ella se desentendió
y todo el mundo la olvidó.
Decían que rápida ya no era
que la adelantaba cualquiera.
Un buen día un conejito se le acercó,
el peque de ella se acordó
un autógrafo le pidió
y Tere contenta se lo dedicó;
pero su nombre de famosa no puso
sino con el que la bautizó Suso,
su buen amigo el portero ”del manantial”
su grandioso y sencillo club natal.
Ella era Tere, la leal compañera
no una déspota y rica usurera.
Decidida a otra vida llevar
y su existencia mejorar,
a su barrio cierto día volvió
y todo el pueblo feliz la acogió.
Sus dos mansiones dejó
su descapotable vendió
y un refugio enorme construyó
donde miles de animales necesitados
y pobres ancianitos desamparados
pudieron una digna vida llevar
sin nada que a cambio dar
y Tere su madurez disfrutar,
pues ahora si que era dichosa
y no una diva caprichosa
su existencia era provechosa:
ya nadie se aprovecharía de su talento
por ser un valioso portento.
A tiempo rescató la buena de Tere su vida
de caer en picado hacia la deriva.