¿Quieres que te cuente un cuento recuento?
PANAMÁ
Soso, el lindo oso perezoso,
caminaba muy despacito
y avanzaba pasito a pasito.
A nadie molestaba,
una vida tranquila llevaba:
en su árbol cuadrado con su «sombrero pintao» permanecía,
donde largas y placenteras siestas hacía,
pocas amistades tenía,
no porque él lo quisiera,
sino porque tan lento en su caminar era
que aburría y desesperaba a cualquiera.
Los demás animales muy rápido corrían,
de un lado a otro se movían,
pero Soso nunca los seguía,
moverse deprisa no podía.
¡Lo mismo llegaba tarde a la escuela
que al cumpleaños de su abuela!
Le decían que más frutas comiera,
que su apetito abriera,
pues así más fuerte estaría
y como todos correría…
Aunque en su dieta cometiera un desliz,
le ofrecían tortillas de maíz;
lo seguían por todos los rincones,
para engatusarlo con hojaldras y patacones
pero Soso no podía su hambre forzar,
para a los demás agradar,
ya que podía enfermar.
Los osos perezosos poco pueden comer,
si sus cuerpos sanos quieren tener;
apenas se deben mover,
para al enemigo lejos mantener
y con vida permanecer.
Así es que Soso triste siempre estaba,
pues con él casi nadie jugaba;
solo trataba con otros perezosos
que siempre estaban ociosos…
Sin embargo, un día la suerte de Soso cambió,
porque a Tuga, la tortuga, de morir salvó
cuando al río una tarde cayó
tras dar un buen tropezón,
dejando panza arriba su caparazón.
Dada, la rana dorada, la había intentado ayudar,
pero no tenía fuerzas para su cuerpo ella sola voltear.
Soso al agua se tiró,
rapidísimo nadó
y a Tuga rescató.
Todos se sorprendieron:
con agrado descubrieron,
que, aunque Soso en tierra muy lento fuera,
nadando, no había quien lo venciera.
Decidieron entonces al lado del río estar,
para que Soso con ellos pudiera jugar
y miles de historias nadando inventar.
Así, con vestidos de fantasía,
cuando el calor del verano les vencía,
por las plazas junto a los culecos se les veía,
para que el camión cisterna los regara
y la fiesta continuara…
Desde el parque de Coiba, otros amigos a Gamboa llegaban,
la tortugas oliváceas también a la juerga se apuntaban,
¡aunque como es natural, unos días en llegar tardaban!
a los tiburones ballena y a la ballena jorobada,
con muchas ganas Soso esperaba,
pues su vida cambiaba
cuando rodeado de agua y amigos estaba.
Podéis encontrar este cuento en en el libro «Los cuentos de Tap y sus amigos del mundo«, de venta en Amazon

Que lindos cuentos guapísima Felicidades !!! Ya estoy de vuelta en la rutina estube de viaje Espero que estes muy bien un saludo y un abrazo grande guapísima
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Muchisimas gracias wapa. Me alegra que te hayan gustado, eso me anima mucho, me extrañaba tu silencio, espero verte pronto. Muchos besos.
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