Racha, la cucaracha en «racha»(Cuento especial para Honduras)

¿Quieres que te cuente un cuento recuento?

Esta es la historia de cómo nuestra jugadora amiga consigue
recuperar su vida.

HONDURAS
Racha, la cucaracha, llevaba mucho tiempo «en racha»,
ya ni recordaba cómo se llamaba,
pues como siempre que jugaba, ganaba,
con este nombre tan sonado,
sus amigos la habían apodado.
A todos algo pagaba,
con lo poco que ganaba,
de lo mucho que apostaba;
de eso se aprovechaban
y a jugar la animaban…
Pero llegó el día en que Racha perdió
y por más que lo intentó, ni una partida ganó.
La suerte la había abandonado,
su buena racha había acabado,
esto la obsesionó y jugando siguió,
pero nada consiguió, todo perdió…
De su trabajo se despidió,
todas las horas del día quería estar,
probando suerte en su querido bar.
Sus amigos ya no le hacían caso,
ahora iban detrás de Raso,
una inteligente hormiga soldado raso,
quien últimamente tenía la suerte de su lado,
pues ganaba y doblaba todo lo apostado.
Racha se estaba arruinando,
su tiempo y salud malgastando,
su vida por la borda tirando …
Ya nadie de ella se acordaba,
ningún amigo la ayudaba,
no les interesaba,
pues ahora, dinero no ganaba.
Sólo Raso, la soldado raso,
cuenta se dio de lo que estaba pasando
y dejó de ir «a lo loco» apostando,
tuvo claro que cuando ella perdiera un día,
la misma suerte que Racha correría
y su penosa situación viviría;
de ella no se acordarían,
a su aventura la abandonarían;
todo cuanto tenía por jugar perdería,
únicamente por agrandar su ego al ganar
y a sus interesados amigos invitar.
De la pobre cucaracha se apiadó
y con gran corazón la ayudó:
en la aldea de La pintada su padre poseía,
un pequeño recinto donde muñequitas de Tusa hacía;
trabajo para ella a su padre pidió
y éste, en su pequeño negocio la contrató.
El catracho Raso, un cuchumbo a sus amigos les propuso preparar
y de esta manera, la gran valentía de Racha poder celebrar;
la guara roja, el oso homiguero y un pájaro carpintero,
también a la cucaracha vinieron a saludar,
en armonía, el himno nacional se pusieron a cantar
y al poco rato, una punta alegremente danzaron
con la que el dia emocionados acabaron.
Racha le estaría a Raso agradecida eternamente
y así se lo decía constantemente,
pues hizo que dignamente recuperara su vida,
evitando de este modo, que fuera a la deriva.
Ninguna de las dos volvió a jugar,
el placer de ganar no las volvería a tentar,
no tendrían que apostar,
sólo conseguir su dinero al trabajar,
y de su vida, sin deudas, podrían disfrutar.

Podéis encontrar este cuento en el libro «Los cuentos de Tap y sus amigos del mundo», de venta en Amazon

Deja un comentario