Leman y Val: un amor sin igual

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Leman, el pastor alemán y Valeriana, la husky siberiana,
el día de su boda celebraban y con sus seres queridos estaban;
en casa de la novia, familiares y amigos se habían reunido,
tocando el claxon de la caravana, hasta la iglesia habían ido …
así, todos con los que se cruzaban,
de que unos novios se casaban, se enteraban;
como manda la zona francesa por tradición
los hermanos solteros habían hecho una reunión
y “la danza del calcetín” estaban bailando
mientras dinero, los invitados, les iban lanzando …
Leman y Val en el Festival de Jazz se habían conocido
y desde entonces su camino habían unido
juntos a los carnavales de invierno asistían,
la emoción de ver un partido de Lacrosse vivían,
por las montañas rocosas entre los turistas se habían perdido …
y frente a las cataratas del Niágara, se habían prometido.
Pero no todo había sido “de color de rosa”en su relación
pues habían tenido más de una acalorada discusión:
Leman quería ser miembro de la caballería montada,
cosa que ninguna gracia le hacía a su amada…
Ese mismo día,“la Real Policía”,
una carta a Leman había enviado :
¡en la Academia lo habían aceptado!
Sin embargo, el can estaba muy preocupado,
presentarse a clase no pensaba,
ante todo, no quería disgustar a su amada;
pero fué Val quien a aceptar lo animó
pues de una cosa cuenta se dió:
ser un experto y buen perro policía,
era lo que su marido desde pequeñito quería
y si sentía una verdadera vocación,
quién era ella para quitarle su ilusión?
Aunque preocupada estaba, a él no se lo demostraba…
Sabía que con un buen chaleco iría equipado
para cualquier contratiempo estaría preparado;
Así es que ese día doblemente emocionados estaban
pues ante todo el amor y el respeto ambos priorizaban.
Leman en la Academia ingresó
y en un excelente policía se convirtió;
feliz a su querida Val explicaba,
las misiones en las que participaba;
orgullosa de él cada día se sentía
y Leman con locura a su esposa quería,
pues aunque miedo sabía que Val tenía,
a él nunca se lo decía, ni cuando se iba, ni cuando venía.
Una vida frustrada el can hubiera tenido
si Val que no fuera policía le hubiera pedido,
siempre hubiera estado amargado
y su pasión se habría apagado;
pero ella en él confiaba y sólo que fuera feliz deseaba.

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