Jan, el inteligente spinosaurus

¿Quieres que te cuente un cuento recuento?

Jan, era un pequeño dinosaurio
que para su edad, era muy sabio;
tenía un gusto original, nada tradicional:
el color rosa y el lila le encantaban,
si alguna cosa en estos colores le compraban,
ya sabían, de buen seguro, que acertaban;
sus amigos le decían que no eran colores para varones,
como podían ser la gama de azules o de marrones,
pero Jan les contestaba continuamente, muy acertadamente,
que los colores no tienen sexo, ¡todo el mundo sabe eso!
Como el pequeño sauro era muy inteligente,
de lo que decía papá, a veces, no estaba pendiente:
normalmente pensaba que siempre la razón llevaba,
por eso, de lo que dudaba y lo que no entendía,
era que papá, simplemente por la edad que tenía,
grandes vivencias y experiencias acumulaba,
y muchas cosas sabía, que Jan, aún desconocía;
pero, aunque fuera a regañadientes, lo obedecía,
a su querido papá caso hacía …
Jan era un dino algo travieso y revoltoso;
tenía un buen amigo, Raci, el gato curioso;
con él solía ir a la playa o a la piscina,
si los invitaba alguna querida vecina;
con Albert, su papá, le gustaba pasear
y juntos, de vez en cuando, iban a comprar;
frecuentemente algún caprichillo le caía,
pero papá sauro, todo no le consentía,
pues aún siendo el más divertido y bueno
de todo aquél enorme terreno,
algunas veces no lo podía mimar cuanto quisiera,
porque después, cuando Jan mayor fuera,
lo que costaba conseguir las cosas no sabría
y el valor que tenían, no les daría;
como es lógico, en ocasiones le debía regañar,
ya que no quería que se llegara a malcriar,
por este motivo, Jan con él se enfadaba
y que no lo quería lo suficiente pensaba,
pues de ninguna manera entendía,
por qué había cosas que le prohibía
¡si él todo sabía y cualquier peligro conocía!.
Ocurrió que el gatito Raci muy bien no nadaba
y cuando, imprudente, al agua sólo se tiraba,
Jan con mucha razón le reprendía:
de su lado no se podía alejar
hasta que supiera nadar, ¡se podría ahogar!
con su amigo, el dino se molestaba,
siempre le mandaba y nunca a solas lo dejaba;
Raci, creía que eso lo hacía porque no lo quería
pero lo que no entendía, era que si Jan le reñía,
precisamente significaba que mucho lo amaba
y que por su bienestar velaba.
Sin embargo, Raci, de esta manera no lo veía
y ningún caso a su buen amigo hacía,
hasta que un gran susto se llevó un día …
Albert los llevó ese domingo a ver el mar,
muy bien los tres se lo iban a pasar.
Papá les recomendó que cerca de él se bañaran,
que demasiado lejos no se marcharan:
la mar picada estaba, la bandera roja ondeaba.
Raci, poco caso le hacía
y a cada ola que venía,
a lanzarse a ella se atrevía;
hasta que una demasiado alta llegó …
dar un gran saltito, como siempre, el gatito intentó,
pero la enorme ola por sorpresa lo cogió
¡y en un segundo lo engulló!
por suerte para Raci, Jan no estaba despistado
y en todo momento tenía a su amiguito controlado:
dentro de la ola valientemente se pudo meter
y al incauto gatito por el pescuezo coger;
éste, llorando y muy agradecido,
a padre e hijo pidió perdón arrepentido,
por haberlos, intencionadamente, desobedecido.
El fortuito suceso que pasó,
para un aprendizaje a Jan también sirvió,
pues en ese momento, el dino cuenta se dio,
de que cuando su papá, de un peligro lo advertía,
o en alguna cosa lo corregía,
era porque mucho lo quería, lo protegía
y por él, siempre se desvivía.
A partir de ese día, de la palabra del gran sauro no dudaría
porque aunque él muy listo fuera
y muchas cosas ya supiera,
su papá siempre más sabría
por la experiencia que de la vida tenía.

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