¿Quieres que te cuente un cuento recuento?
Fons el lobo de Tenerife,
vivía cerca de un arrecife,
no se conformaba con aullar
y con su manada el tiempo pasar,
él tenía otras inquietudes
que no eran subir a las latitudes.
El mar lo apasionaba,
mirándolo se encandilaba,
incluso le gustaba coleccionar
lo que con él se pudiera relacionar.
Sus compañeros de su palabras dudaban
cuando constantemente lo escuchaban:
Fons firmemente creía
que algún cercano día,
de un barco el patrón sería,
allende los mares se iría a navegar
y su vida por entero le iba a dedicar;
pero ¿cómo iba un lobo a un barco gobernar,
si al bosque debía su vida consagrar?
Alfons ningún caso les hacía,
la verdad era que con ellos se aburría,
conformarse con la monotonía
ni quería ni podía,
ser como los demás no le interesaba,
un mundo diferente lo esperaba!
tenía que intentar conseguir viajar,
no solo desde lejos los barcos ver pasar.
Desde bien pequeñito pendiente estaba
si alguna chimenea de una nave avistaba,
su pasión era poderlos fotografiar
y un buen recuerdo de ellos guardar;
de buenas cámaras disponía
con las que sus geniales trabajos hacía,
sus prismáticos también lo ayudaban,
pues de cerca le mostraban
cuándo por el horizonte los navíos llegaban ;
al barco que a su isla venía,
preciosas fotos y un buen video le hacía
y deseando llegar a su casa estaba
para editar su material de una tirada;
a veces, mientras su trabajo acababa,
de una rica merienda disfrutaba
y aunque el chocolate le encantaba,
tampoco ascos a la comida salada hacía
pero sí al vinagre, al que mucha manía tenía.
De momento, ser documentalista de barcos se había propuesto ser,
quizás fuera algo complicado de hacer,
sin embargo, Alfons pronto iba a aprender.
Aprovechando las herramientas y modernidades del futuro,
puede que lo tuviera al principio un poco crudo,
pero supo abrir por internet su propia página web,
donde mostraba a todo aquél que le interesara,
los ferris y buques que por allí pasaran;
no le importaba apenas dormir,
por y para la mar había decidido vivir.
Un buen número de seguidores consiguió
a los que boquiabiertos dejó
porque en un gran profesional se había convertido
y sus reportajes tenían un estupendo contenido;
en hacerlos completos y amenos se esmeraba
y con los buenos resultados obtenidos,
estaba claro que lo lograba.
Por su bonita tierra muchos barcos pasaban
y a veces, a subir a bordo lo invitaban,
entonces el reportero la ocasión aprovechaba,
con su cámara grababa
todo cuanto interés tenía;
Su familia lo acompañaba siempre que podía,
para él, eran la mejor compañía,
le encantaba con ellos momentos inolvidables pasar,
aquellos que con nada podía comparar,
ni con nadie más disfrutar;
juntos reían o lloraban,
de todo hablaban!
la camaradería y tranquilidad que Fons hallaba en su hogar,
fuera de casa le costaba encontrar
y mucho de menos los echaba
si alguna vez sin ellos embarcaba;
a su lado siempre estaban,
y ciegamente lo apoyaban,
sabían que de todo seria capaz
pues era un lobo bueno y audaz…
Cuando en alguna embarcación con él subían,
hasta el Funchal y más allá se iban,
como el día que conoció a Josefa, la temerosa gaviota
que no quería volar
y el barco abandonar;
Fons con ella se puso a hablar
y siendo un poco cabezota,
a alzar el vuelo la quiso enseñar:
nada debía temer,
¡ lo podía hacer!
mediante caricias y palabras suaves,
consiguió que volase la pequeña ave,
pues tal confianza el lobo le inspiró
que en su palabra Josefa creyó
y tranquila el vuelo emprendió.
Que todo se podía conseguir Fons pensaba
y razón en definitiva no le faltaba:
las ganas y la ilusión le sobraban,
el tesón y el valor lo apoyaban;
todo era perfecto cuando del mar se trataba,
en lo único que él creía,
y lo que solamente sabía,
era que una gran pasión sentía:
hacer reportajes de sus viajes
ya no era solo una diversión,
sino una tremenda vocación,
se lo tomaba como una profesión
y en ella volcaba toda su atención.
Si un trabajo para el cole debía preparar,
ya sabía sin dudar el tema a tratar:
a los barcos y a su querida mar
lo iba a dedicar;
así, aprovechando un crucero que hizo en el Horizon,
hizo una perfecta redacción,
donde con acierto y esmero describió
la maravillosa experiencia que en él vivió.
Jovencito entonces era
pero ya apuntaba maneras.
Se matriculó en pesca y navegación costera,
para conseguir su propósito haría lo que fuera,
poder llegar a ser un capitán de crucero,
sería el objetivo a cumplir primero;
complicadas cartas de navegación hacía
pero incluso trazándolas se divertía
porque como él bien decía,
hacerlas, difícil no le parecía,
ya que lo que estudiaba
tanto le gustaba,
que con cada ejercicio disfrutaba,
incluso, en cursar estudios superiores ya pensaba.
Sin embargo, ese año lo tenía perdido:
una pandemia al mundo había sorprendido,
COVID-19 a este horrible virus llamaron,
algunos desafortunados se contagiaron,
muchos, de morir no se salvaron;
los gobiernos decretaron una serie de precauciones:
se anularon clases, reuniones,
así como excursiones o diversiones;
no salir de casa recomendaban,
que nadie se contagiara intentaban;
Fons en casa estudiaba,
materias adelantaba,
pero el tiempo pasaba
y el inquieto lobo se desesperaba,
estar sin hacer nada lo agobiaba;
entonces aprovechó para algo diferente estudiar
y el carnet de conducir se consiguió sacar.
La tasa de mortalidad empezó a bajar,
parecía que todo se empezaba a solucionar
los cruceros tímidamente salían a navegar;
Fons ahorró cuanto buenamente pudo
y aprovechó la primera oportunidad que tuvo:
unos billetes compró
y en un Ferri embarcó,
se llamaba Villa de Agaete,
hasta Palma llegó en un periquete;
un buen amigo lo acompañaba,
el ansiado viaje comenzaba!
les esperaba una gran aventura
recorriendo los puertos hasta Fuerteventura!
pero para eso, otra cosa tenían que hacer,
el crucero Aida Perla debían coger,
desde el cual, preciosos amaneceres
y espectaculares atardeceres,
los ilusionados lobos, iban a poder ver.
Máximas precauciones durante el viaje tendrían,
mascarillas usarían
y aglomeraciones eludirían…
Aspirando profundamente la olor del mar,
Fons emocionarse no quiso evitar,
su corazón fuertemente comenzó a latir
cuando la brisa marina pudo percibir
y de nuevo en su paraíso se volvió a sentir.
Por una casualidad que no había calculado,
iba a tener un regalo inesperado,
pues a bordo su cumpleaños iba a celebrar,
aunque sabía que una buena tarta lo esperaba en casa al regresar.
Este no era únicamente un viaje de placer,
mucho trabajo tenía que hacer!
Debía grabar los mejores reportajes del genial viaje,
mostrar a sus muchos seguidores las instalaciones,
todos y cada uno de los rincones,
los espectáculos llenos de luz,
las maravillosas vistas de Santa Cruz,
las piscinas, las tiendas, la comida,
toda experiencia por él vivida;
no le importaba para nada madrugar
y un sitio estratégico encontrar
para algún buque o ferri esperar
con el que se debían cruzar
y ese preciso instante inmortalizar.
Enterado el capitán de la buena labor que Fons hacía
y a pesar de las restricciones que por el COVID había,
la proa del barco le permitió visitar
y por haber sido su cumpleaños,
hizo algo que el lobo no olvidaría en años:
un rico pastel y un licor a su camarote envió
y una nota personalmente le escribió:
deseaba que a gusto estuviera
y que lo que necesitase le pidiera.
Fons encantado estaba,
su trabajo con pasión realizaba
y de cada día disfrutaba;
regalitos para su familia compró
y algunas preciosas maquetas se auto-regaló,
con las que su colección aumentó,
además de un peluche de osito muy bonito,
al que con el nombre de Boris bautizó
por su gran parecido al elegante comandante.
Desgraciadamente, el final del viaje llegó
y a pesar de la tristeza que sintió,
a Fons no le importó
ya que para sus adentros se convenció
de que pronto regresaría;
ahora más que nunca el lobo sabía
que su vida y su mundo el mar sería;
nada ni nadie podría ya impedir
que su ansiado sueño pudiese cumplir.
Un gran futuro al lobo esperaba,
para ello en serio ya se preparaba.
Con la pasión y la alegría
que nuestro Fons nunca perdía,
sus estudios continuó
y sus reportajes perfeccionó;
a sus seguidores enamoraba
con cada nueva historia que ‘colgaba’
y se convirtió en un auténtico ‘lobo de mar’
quien orgulloso de sí mismo podía explicar
que nosotros somos los dueños
de todos nuestros sueños
y que nada te puede detener
si realmente los quieres obtener.
Y así fue como AlFons llegó a ser,
el capitán de buques de crucero
más original y dicharachero,
que a todos los viajeros del mundo,
llevaba siempre a buen rumbo.