Nuvolet

¿Quieres que te cuente un cuento recuento?

 

La pequeña Duna como cada día,

su ejercicio entre los matorrales hacia;

la bonita perrita corriendo a sus anchas disfrutaba

no como en el piso dónde antes estaba;

su maravillosa familia humana, 

compuesta por Gisela y su mamá Susanna,

había tomado una genial y certera decisión,

vivir en el campo y hacer una inversión:

plantas, hierbas y frutas de todo tipo plantarían

y con sus propias manos, los frutos recogerían.

Ciertos conocimientos al respecto tenían,

pero si algún detalle se les escapaba

y había algo que desconocían,

allí siempre un amigo estaba

que una mano con cariño les echaba…

 

Aquella mañana lluviosa,

la perrita de manera revoltosa,

la atención de las mujeres pedía,

entre ambas, nerviosa iba y venía,

ellas pendientes de su trabajo tenían que estar

y ahora no podían pararse a jugar.

Duna había hecho una amiguita,

una hermosa y elegante zorrita

que a Susanna y Gisela les quería presentar.

 

Nuvolet la pequeña se llamaba

y tristemente le explicaba,

lo extraña y pérdida que se sentía

porqué contacto con sus congéneres no tenía.

Los zorros son animales solitarios,

no hacen amigos en el «vecindario»,

pero Nuvolet era muy diferente

echaba de menos a sus hermanos ausentes;

no se acostumbraba a estar siempre sola,

soñaba con compartir aunque fuera una cola.

 

Sin embargo, la cruel realidad desconocía,

la pequeña, el motivo de su soledad no sabía;

lo cierto es que alguien la había comprado,

en un horrible y desagradable mercado,

a su casa en el campo la había llevado,

en una jaula metida la tenía noche y día,

desde que el sol salía hasta que se escondía;

milagrosamente pudo de allí huir

porque pensaba que eso no era vivir;

quiso la fortuna que a Duna encontrase,

para que su vida por completo cambiase…

 

Cuando la lluvia cesó,

Duna de nuevo insistió:

delante de su familia correteaba;

Sonia, la hermana de Susanna,

ese día en la casa también estaba;

ella con los animales se podía comunicar,

no le costaba nada con cualquiera conectar.

Enseguida supo que algo pasaba,

por la manera en que Duna se comportaba;

ni corta ni perezosa, como si tal cosa,

le preguntó qué la preocupaba;

la perrita le explicó que una amiguita tenía

y que presentársela a ellas quería,

aunque Nuvolet a la casa no se quería acercar

porque temía que la volviesen a encerrar.

Sonia la siguió hasta donde Duna le indicó,

detrás iban Susanna y Gisela,

las tres caminaban con mucha cautela.

 

La zorrita, que Duna regresara esperaba,

pacientemente entre las flores reposaba;

cuando con las mujeres la vio venir,

se incorporó temerosa para huir.

Sonia entonces le tendió su mano y le habló,

con palabras suaves y dulces la tranquilizó;

le preguntó si hasta su cárcel las podía llevar

pero Nuvolet no quería para nada allí regresar.

La maravillosa comunicadora le explicó

que nada le iba a pasar,

pues ellas la iban a acompañar.

 

A un amigo policía Sonia llamó

y lo que pasaba le explicó,

el hombre a Cal Rajoler se acercó,

venía con una brigada especial, 

miembros de la guardia forestal 

y del tráfico de animales ilegal.

Cuando a la casa indicada por Nuvolet llegaron

se horrorizaron por lo que allí encontraron:

ella no era la única que había estado encerrada,

un hermoso papagayo, una culebra leonada…

Compradores caprichosos sus jaulas miraban,

mientras un elevado precio por ellos regateaban.

Los policías sin pensarlo actuaron,

a los traficantes en unos segundos rodearon,

del recinto nadie se iba a escapar

y su cruel delito tendrían que pagar.

Duna y Nuvolet eufóricas estaban,

corrían, saltaban, a su familia rodeaban,

la historia un final feliz había tenido.

Sin embargo, con los animales qué iba a pasar

en esto ninguno de los presentes había caído;

su regreso a casa mucho les iba a costar,

tal vez sus congéneres no les volvían a aceptar,

llevaban en sus cuerpos el olor a humano,

cuando los habían tocado con sus manos.

 

A Susanna una idea por la cabeza le rondaba,

quizás llevarla a cabo tiempo llevaba,

pero… ¿Y si lo intentaba?

tenía buenos amigos que la ayudarían

y sabía que no le fallarían;

con su hermana lo habló

y ésta a los animales preguntó:

¿y si un santuario les construían

y allí como refugiados vivían?

en cautividad no estarían,

y todos los cuidados les dispensarían.

Los animales encantados aceptaron

y así a Sonia se lo manifestaron;

lamentablemente, nunca podrían volver,

para una vida igual que los suyos tener.

 

Así es que la familia encantada,

sus jornadas de trabajo aumentaba;

con manos amigas contaba

que en el menester las ayudaba

para que su pequeña fauna dañada,

tuviera un nuevo y encantador hogar,

en el que sus días con tranquilidad pasar;

eran muy afortunados además de poder contar,

con una comunicadora a la que poder explicar,

cualquier cosa que les preocupase o necesitasen,

solo hacia falta que a Sonia se lo explicasen.

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